domingo, 16 de marzo de 2014

La Autosuperación nietzcheana de la estética y el imperialismo estético del capitalismo


La Autosuperación nietzcheana de la estética y el imperialismo estético del capitalismo

02/04/2012

 Mon Búa Soneira 


– La estética nietzscheana como punto de mira
– Las valoraciones éticas y estéticas de Nietzsche
– La relación entre el esteticismo de fin de século y la economía capitalista
– Ejemplos básicos de esta relación
– Actualidad nietscheana del capitalismo
  
Ante la exclusión total de la metafísica tradicional, del totémico valor del artista (autoría, sujeto, obra, Estética, etc.) se hace necesaria una pregunta que relacione el cataclismo nuclear de la voluntad artística con el capitalismo global. Lo que se pretende es indagar en las fuerzas artísticas que propulsaron la vida como obra de arte a finales de siglo en relación con las fuerzas productivas de la tecnología virtual y el progreso informacional. Conscientes de ello, a modo de pregunta, intentaremos retomar al tótem de Nietzsche para ver hasta que punto (político) ahogó la cuestión del arte en nuestros tiempos.  Para pensar hoy, partimos de la exclusión paradigmática en el arte, del museo a la calle o “del marco al establo”: que vino dado como efecto de un movimiento estético altamente pronunciado a finales de siglo. Como hemos alertado líneas arriba, no es sino que marcando como referente al “Nietzsche del pueblo” que empezaremos un discurso contra el que se podría considerar: el culpable de traer un imperialismo estético a la deformación política del capitalismo virtual. 
No es sino el propio Nietzsche quien marca el punto de partida con su interpretación de la vida como obra de arte cuando cide eso de que “el producto de los filósofos es su vida (primero, antes que sus obras). Ésta es su obra de arte”. Aquí queda servida la intención con la que pensaremos el arte a partir de este entonces, es decir, implicación total del arte, la vida y la verdad como un conglomerado eficaz para salir de todo tipo de dogmatismo metafísico. 
Recordamos que Nietzsche supera al nihilismo (pasivo) con su justificación doble de la valoración dionisíaca de la existencia; y especialmente a partir de la valoración de la perspectiva estética según la cual la vida sólo puede asumirse positivamente desde la transfiguración de la realidad ejercida desde el Arte. Dichas valoraciones están ya presentes en El origen de la tragedia (1871) y se mantendrán a lo largo de su pensamiento. De estas dos vías de “poderío” insistirá de modo incesante en la exaltación profundísima del valor del Arte. Luego, esta idea la completa con una superación del nihilismo afirmativa del valor de la vida, a partir del año 1881 cuando añade su doctrina del Eterno Retorno[en un breve aforismo (341) de la Gaya Ciencia, y que se romperá definitivamente en las dos últimas partes del Así habló Zaratustra]. La idea del eterno retorno le sirve para asumir, desde una perspectiva novedosa, un amor a la vida que tras la absorción de lo apolíneo individualista y perfeccionista por lo dionisiaco se cuaja la repetición de la diferencia particular del tiempo. El da capo vitalista del punto 56 de Más allá del bien y del mal es el ejemplo más figurativo desta concepción cíclica, que mantendrá su esteticismo de fin de século. Ahora bien, tenemos en el punto de mira un ejemplo de la actitud estética de muchos artistas posnietzscheanos que van de Van Gogh a Warhol en pintura, y de Strauss a Jim Morrison en música. Es muy pensable que muchos de ellos siguieran este tipo de actitud valorativa de lo dionisíaco y del ímpetu de autosuperación en las cadencias artísticas de sus vidas. Lo que pasa es que el furor nietzscheano de la estética no se quedó en los hombres solitarios, cualquieras, blooms, dejados, etc.  Sino que a partir de los 70, y si me anticipo desde los 40 (con el movimiento hipster y el bebop), el modo de vida del artista trastocado y amo de la embriagadez (como habla en el famoso “para la psicología del artista” del Crepúsculo de los ídolos) que se puede a si mismo contra todo, es un cliché social que coge mucho impulso hasta nuestros días. De hecho, la imagen abarcó más ámbitos de lo normal, y no solo desde la vida del homeless que toca la armónica en la calle sino en la empresa de cosméticos, el escaparate de la trasnacional, los carteles de oferta, la forma estética de compra impulsiva, la heladería biopolítica con forma de cuarto de baño, y un largo etcétera en el que el imperialismo de lo estético pudo expandir su latigazo cool, esteticista y de broche nietzscheano. 



La vida como obra de arte está a la venta por todas las partes, comprar impulso estético es lo que hace el capitalismo como arma de entretenimiento de un hombre que cree superarse a si mismo. La conciencia del mercado se apoderó de la autosuperación del nihilista como vía al reducto y bucle de la macroeconomía; algo impensable, por supuesto, por el propio Nietzsche y muchos perros viejos nietzscheanos. Pero en la actualidad la fórmula declino así; declinó, como no, económico-política. Es cierto que muchas personas encontraban en Nietzsche el refugio de la voluntad artística y de la creatividad; ahora este tipo de juego del inocente niño del devenir se hace en departamentos de éticas aplicadas, que no son sino que puertas con cartelitos de “comisión de creatividad” llevada a cabo por una empresa de productos que utiliza la coraza estética para atraer a la cultura pop del momento. La creatividad se extendió a cursillos de verano subvencionados por un estado capitalista, que decora sus anuncios con la mejor manera artística de potenciar una voluntad fuerte, lúdica y estética (como la vía ética-estética nietzscheana). La economía neoliberal de la democracia dospuntocerista avanzó en la forma de su política de la acción, y como el Subcomandante Marcos dijo en una entrevista de La Tribune de Genéve el 21 de Abril, “comprendió que la dialéctica del siglo XXI ya no está basada en el materialismo, sino en la semántica. La semántica es el carácter principal de la guerra de la información. Es decir, no las palabras para la guerra, sino las palabras como guerra. Así bien, con el Significante Puro del Espectáculo, la experiencia de lo no vivido, la fábula del imperialismo estético quedó servida en manos de la económico-política. El nombre del padre lacaniano que empapela con lo simbólico lo inefable de lo real se transformó en el máximo ejercicio de la actitud afirmativa de la estética, pero desta vez impulsada por la propia conciencia del mercado. 
La posmodernidad dejó margen a que ocurriese nuevas cosas más allá de la determinación logocéntrica, y justamente ese logos industrial necesitaba un ungüento que dejara en el mundo la estética y la retórica como posibilidad de existencia. Cuando Nietzsche instaura el nihilismo: se instaura en Occidente una desvaloración de los valores. Por lo que, ahora eses valores pueden transformarse por obra de indefinidos procesos económicos en otros valores distinto, donde la retórica y la estética sustituyen el modo de ser superfluo de la Modernidad. En esta sebstüberwindung o transvaloración de los valores es donde va a residir el modo de existencia posmoderna que se llevo a cabo de mano del capitalismo. Este pensamiento dévole, o rebajado con agua, o light, o bajo en calorías fue la utopía negativa de la transvaloración de valores nietzscheana. Esa sublimación de los sentidos que se expresaba a través del arte, la poesía, la música y esas posibilidades que se convirtieron en el movimiento de masas de discotecas y escaparates que garantizan el conocimiento de si mismo a partir de todo tipo multiplicidades significantes esteticistas. Arrojarse al flujo del devenir artísticamente es la moda del capital. El arte, curiosamente denominado teckhné en griego, es la paralela verdad actual a la tecnología. Al fin y a cabo esa pandemia de sobrestetización está en matrimonio con todo tipo de producto que no es más que virtual, imagen, significado, propaganda, semántica de comercio, estética como anestetización total. Como el arte salió del museo para ampliar sus posibilidades y entrar en contacto con la vida social, el lugar al que fue a parar siendo más pop, también fue el dispositivo económico de compra-venta. Esta unión es la que nos queda por pensar en la actualidad, un modo de relación estético y político que se nutre de ideas tan rupturistas como la del propio Nietzsche. Y que aquí hemos intentado dilucidar. Para rematar, me gustaría hacer referencia a ese dio nietzcheano que casa también con la meta dirigida de la mente capitalista: en la autosuperación del arte-vida verdad se tiene ese amor fati que “quiere aún más, quiere querer aún más que la vida misma”.



BIBLIOGRAFÍA



NIETZSCHE, F. :

- Crepúsculo de los ídolos. 2006, Alianza Editorial

- Sobre verdad y mentira. 2007. Madrid: Editorial Tecnos

- El nacimiento de la tragedia. 2007. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

- La genealogía de la moral. 2006. Madrid: Alianza Editorial.

- Fragmentos póstumos sobre política. 2004. Madrid: Editorial Trotta.

- Ecce Homo. 2004. Buenos Aires: Editorial Losada.

- Estética y teoría de las artes. Prólogo, selección y traducción de Agustín Izquierdo. Colección
Neometrópolis, 2004. Madrid: Editorial Tecnos.
- Así habló Zaratustra. Traducción Andrés Sánchez Pascual, 2003. Madrid: Alianza editorial.
PUJANTE, David (1997).Un vino generoso. (Sobre el nacimiento de la estética nietzscheana:
1871-1873).
SOBERANO, Gonzalo (2009).Nietzsche en España. Madrid: Editorial Gredos.
ONFRAY, Michel, La inocencia del devenir. La vida de Friedrich Nietzsche, trad. de. Alcira Bixio,
Barcelona: Gedisa, 2009
SÁNCHEZ MECA, Diego (2009). Nietzche. La experiencia dionisiaca del mundo. Tecnos.
BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno, sociedad. Contribución a una teoría general de la política.
Barcelona, Plaza y Janés, 1987.
CASTORIADIS, Cornelius. Sujeto y Verdad en el mundo histórico social. FCE
FOUCAULT, Michel. Microfísica del poder. Ed la piqueta
LACLAU, Ernesto. Misticismo, retórica y política. FCE

No hay comentarios:

Publicar un comentario