lunes, 28 de abril de 2014

Comentario a la división de filosofía experimental y racional de Diderot

Comentario a la división de filosofía experimental y racional de Diderot


24/03/2914

Mon Búa Soneira


"Hemos distinguido dos tipos de filosofías, la experimental y la racional. La una tiene los ojos
vendados, camina siempre a tientas, coge todo lo que le cae en las manos, y encuentra finalmente cosas preciosas. La otra recoge estas materias preciosas, y trata de formarse una antorcha; pero esta pretendida antorcha, hasta el presente, le ha servido menos que los tanteos a su rival, como debía suceder. La experiencia multiplica sus movimientos hasta el infinito; está en acción sin cesar; emplea en buscar fenómenos todo el tiempo que la razón emplea en buscar analogías. La filosofía experimental no sabe ni lo que obtendrá, ni lo que no obtendrá de su trabajo; pero trabaja sin descanso. Por el contrario, la filosofía racional sopesa las posibilidades, se pronuncia, y simplemente se detiene. Dice atrevidamente: La luz no se puede descomponer: la filosofía experimental lo escucha, y se calla durante siglos enteros; después, de repente, muestra el prisma, y dice: la luz se descompone", D. Diderot, De l’interpretation de la nature (1753).

En el siglo XVIII se llevan a cabo incrementos destacables en el movimiento de la ciencia.
Europa se beneficia de la explotación americana y permite aumentar el nivel de vida de una
sociedad, en la que la racionalidad es el punto de partida para repensar los antiguos dogmas morales
y religiosos cada vez más secularizados. Es una época de avances astronómicos y planetarios, donde
destacan los trabajos de Laplace y Edmundo Halley; en el campo de las matemáticas, estudiosos
como Leibniz y Newton dan paso a Monge con su Geometría Descriptiva. Por otro lado, también la
física disfrutó de un buen auge con los estudios sobre electricidad (como el inventor de la pila
eléctrica, llamado Volta ─que fue continuador de los experimentos de Galvani─) o el
perfeccionamiento del termómetro (en manos de los reconocidos Farenheit y Celsius). Además, la
química supera la época de los alquimistas y sus influencias neoplatónicas; con el punto de mira en
la filosofía natural, el incremento de estudios en las Ciencias Naturales es obvio, resaltando en este
siglo la figura del guillotinado Lavoisier, quien desarrolla la teoría calórica, de la combustión y
estudios destacados de fotosíntesis. Por último, en lo que se refiere al campo de la botánica y la
medicina, debemos subrayar los avances que se produjeron para inmunizar enfermedades como la
viruela, pues, gracias al hallazgo de su vacuna, los muchachos que ordeñaban las vacas no padecían
la enfermedad.
Una vez recordada, muy brevemente, la situación de la ciencia en el s. XVIII vamos a
explorar la investigación que nos suscita el texto aquí presentado. Este pasaje de la obra De
l’interpretation de la nature, cuyo autor es Diderot, fue publicado en el 1753. En el mismo año
aparece el tercer volumen de la Enciclopedia, la más famosa de sus obras en la que comparte
autoría con D´Alembert. Denis Diderot (1713-1784, Langre-Francia) fue el hijo mayor de un buen
acomodado cuchillero, se dedicó a la filosofía y a la escritura en francés, con una educación de cuño
jesuita y siempre en oposición a su padre se declaró deista naturalista1, lo cual se puede captar en su
obra Pensamientos filosóficos del 1746. Ahora bien, dando sus frutos intelectuales con la
Enciclopedia, en su mitad de la vida publica la obra De l’interpretation de la nature, que fue
traducida al español bajo el título de Pensamientos sobre la interpretación de la naturaleza y en la
cual se aboga por una crítica contra el racionalismo cartesiano a favor de la filosofía experimental.
En el texto podemos ver como Diderot hace una división entre la filosofía experimental y la
filosofía racional. La primera trabaja sin cesar a cada momento debido a que la “la experiencia
multiplica sus movimientos hasta el infinito”, en cambio la segunda pronuncia su teoría y “se
detiene” dándola por verdadera. La filosofía experimental nunca cesa, porque el mundo de los
hechos experienciales se mueve infinitamente, su labor debe ser prolongada y constante para
construir “antorchas”, en un sentido figurativo, gracias al método de analogías (que perfectamente
se combina con las matemáticas). Por el contrario, la filosofía racional busca un sistema global lejos
de un estudio empírico experimental, llevando a cabo indagaciones absolutas que paralizan el
mundo e intentan explicarlo sin ser conscientes de su impasividad. No obstante, no puede decirse
que Diderot y los experimentalistas del s. XVIII fueran partícipes de una diferencia tan drástica, ya
que su inspiración estaba también relacionada con el modelo de las matemáticas y modelos de ideas
mecanicistas que reducían lo observable a una ontología perfectamente conciliable con la
newtoniana (acciones a distancia) o la de Descartes (mecanismos en contacto). Además, la propia
filosofía racional, en este siglo, no estaba tan cerrada y obcecada en un modelo ajeno a la
continuidad de la experiencia ni descuidaba del todo el campo de la experimentación como nos dice
Diderot. Por ende, debemos con ello estar ojo avizor y no caer en el viejo problema de las exaltadas
dicotomías: filosofía racional o experimentalista.
Aun así, siendo pensable esta crítica, Diderot establece una labor teórica que ya desde la
Enciclopedia abarca un buen campo de analogías entre los saberes y unos se encuentran a otros a
base de trabajo e investigación de la naturaleza. Pero si tenemos que hacer una interpretación fiel a
lo que se muestra en este texto y a la propia idea que aquí se comenta, nos encontramos con una
ideología experimental que sobresale por encima de la racional, mostrándose los porqués. La
orientación que Diderot lleva a cabo en sus trabajos es vehemente empirista, seguidor aferrado al
método científico tal como lo estableció Francis Bacon. Su elogio empirista es contrapuesto a la
raigambre racionalista (sobre todo al de Descartes), ya que la observación continua del empirismo
evita los desfases desmesurados de la razón en cuanto a si misma. La base de la naturaleza es el
cambio constante y el conocimiento de ella también lo debe ser. La naturaleza escapa de nuestra
mirada a cada instante y en cada instante todo va cambiando; así bien, el conocimiento debe ir de la
sensación a la reflexión, pero volver constantemente a la sensación que nos proporciona la
observación experimental. La ciencia busca establecer un orden unitario entre nuestras percepciones
y los datos sensoriales, para ello se hace depender de hipótesis, realizadas con cierto escepticismo
(reclamado por nuestra experiencia).
El hincapié de Diderot en la filosofía experimental se puede ver en otros pasajes de la misma
obra (De l’interpretation de la nature): “Disponemos de tres medios principales: la observación de
la naturaleza, la reflexión y la experiencia. La observación recoge los hechos, la reflexión los
combina, la experiencia verifica el resultado de la combinación. La observación ha de ser continua,
la reflexión profunda, y la experiencia exacta. Raras veces se ven esos medios reunidos. Por eso son
tan escasos los genios creadores”. Aquí explicita que la reflexión debe ser profunda y es en este tipo
de ejercicios racionales donde podemos ver una complementación con ciertos modelos propios de
matemáticos y perfectamente inspirados en teóricas newtonianas o cartesianas, como apuntábamos
más arriba. Sin embargo, siguiendo fielmente lo que apunta Diderot, la escisión de saberes es
relevante: las matemáticas de Pitágoras que se muestran ya en Kepler y Galileo no se hallan en
Diderot. Para él la matemática tiene un papel diferente, esto es, se acerca más al juego que a la
especulación apartada de la experiencia, para ello podemos retomar otra cita del texto al que
estamos aludiendo: “la región de las matemáticas es un mundo intelectual donde lo que se toma
como verdades rigurosas pierde completamente este privilegio cuando se le sitúa en nuestra tierra”.
Y continúa: “ no sé si existe alguna relación entre el espíritu del juego y el genio matemático; pero
hay una muy estrecha entre el juego y las matemáticas. Una partida puede ser considerada como
una sucesión indeterminada de problemas por resolver según unas condiciones dadas. No existen
cuestiones matemáticas a las que no pueda aplicarse la misma definición; y la cosa del matemático
no tiene más existencia en la naturaleza que la del jugador”.
A pesar de esta dicotomía fuerte que establece Diderot, los hechos futuros de la evolución de
la ciencia dieron a luz una mejor combinación de ambos sistemas. Como veníamos arguyendo a lo
largo de la exposición de esta bipartita filosofía experimental y racional, la conclusión histórica en
la que desembocan ambos saberes es distinta de lo que Diderot se imaginaba en su tiempo. La
ciencia tuvo que hacerse amiga entre sus estudiosos para poder avanzar y dar lugar a nuevos
hallazgos. El propio cartesianismo se acabó aliando con un sistema que perfectamente partía
hipótesis (sometidas a comprobación experimental) sin renunciar a contrastar experimentos, en
donde se puede destacar la labor de P. S Régis y J. Rohault. Las teorías ópticas de Huygens, Hocke
y los vibracionistas son también buen ejemplo de esta alianza entre filosofía racional y experimental
(vibraciones que se transmiten por el éter). También cabe pensar en la reformulación que hace
Malenbranche del concepto de materia cartesiana ceñida aún a las piedades jesuitas, quienes
impedían pensar la materia desde una matemática explicativa. Todas estas interrelaciones
concluirían de un modo último en el seno de la Academia de las Ciencias de París. A lo largo de la
historia de la ciencia estas rencillas entre matemáticos, físicos, químicos y filósofos van aunándose
y entrando en diálogo de una manera muy provechosa. Es muy difícil poder separar las ideas de
Bacon y de Descartes al modo en que lo hace Diderot. En el futuro se fueron creando ambivalencias
entre lo experimental y lo racional, por ejemplo en 1750, cerca de esta publicación, los sistemas
experimentales baconianos convergen con los newtonianos en la Gran Bretaña heredera de la
matemática newtoniana y la mezcla de ideas entre ambos tuvo una potente evolución en Holanda en
el ámbito de la medicina.
El desarrollo histórico científico pone en duda lo que Diderot aludía en su texto de 1753,
ahora bien, tampoco se puede decir que este tipo de dualismos en la filosofía no existan del todo en
nuestros días.



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1 Diderot pasó eventualmente del deísmo al ateísmo. como bien afirma Savater, en los Pensamientos filosóficos declara su deísmo naturalista y sostiene que la razón es la única auténtica fuente de religión y crítica con los excesos
de sus devotos.





BIBLIOGRAFÍA
Solís, Carlos y Manuel Sellés (2005). Historia de la ciencia, Madrid, Editorial Espasa
Calpe.
Diderot, Denis (1984). Pensamientos filosóficos: investigaciones filosóficas sobre el origen y la
naturaleza de lo bello, traducción Francisco Calvo Serraller. Madrid, Sarpe.
Diderot, Denis y Jean Le Rond d'Alembert (1986). La Enciclopedia; estudio preliminar y traducción
de Ramón Soriano y Antonio Porras. Madrid, Editorial Tecnos.
Diderot, Denis (1994). Jacques el fatalista, introducción de Carlos Pujol, traducción de María
Fortunata Prieto Barral. Barcelona, RBA Editores.
Bermudo Avila, José Manuel (1981). Diderot. Barcelona, Barcanova.
Furbank, P. N. (1994). Diderot: biografía crítica.; prólogo de Umberto Eco. Barcelona, Emecé
Editores.

WEBGRAFÍA
http://filosofias.es/wiki/_media/ensayos/la_problematica_sintesis_entre_descartes_y_newton.
pdf
Guijarro Mora, Victor. Los instrumentos de la ciencia ilustrada. Física experimental en los
reales.
Ref.:
http://books.google.es/books
id=Fv0kcInGckoC&pg=PA38&lpg=PA38&dq=filosofia+racional+y+experimental+diderot&source
=bl&ots=LqzrScWig&
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DA&ved=0CEUQ6AEwAg#

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